Me gustaría comenzar este post manifestando mi curiosidad y turbación sobre el tema con el que voy a intimar. Sabía que iba a ser una entrada que tenía que trabajar, por lo que pasaron los días sin tener una razón por la que empezar a escribir ¿Por qué ahora?
Hace días mi madre me pidió que la llevase a “hacer unos papeles” al pueblo de al lado. Cogí el coche un poco tembloroso posiblemente por mi inexperiencia en esto de conducir o quizás por lo que se avecinaba. Llegando al pueblo, debía estar pendiente a las instrucciones de mi madre y entrar por la calle correcta, de lo contrario me pasaría como siempre. Di el intermitente “clic-clac-clic-clac-clic-clac” y esta vez sí que acerté. Era una calle empinada y al fondo vi como un grupo de personas se agolpaban en torno a algo, además, había dos coches de policía. Aparqué el coche. Al bajar la calle, nos dimos cuenta de algo que intuíamos pero no queríamos confirmar. Había alguien tendido en el suelo, de lado y sangrando. La gente murmuraba sobre la tardanza de los medios sanitarios. En esos instantes me atormentaron una serie de preguntas ¿Cómo ha pasado?, ¿Estará consciente?, ¿Por qué no llega la ambulancia?, ¿Puedo hacer algo? Tras innumerables preguntas proseguí mi camino hacia los quehaceres de mi madre. 15 minutos más tarde ya habíamos terminado y nos dirigíamos nuevamente al lugar del siniestro. Esta vez era diferente, más gente farfullaba y se agolpaba en torno a la familia. Ya no había ninguna mancha granate en el suelo, ahora había una sábana blanca que tapaba el cuerpo. Uff y ahora qué pasa. Ahora es el momento de plasmar todo eso que últimamente me tiene frito.
Hace días mi madre me pidió que la llevase a “hacer unos papeles” al pueblo de al lado. Cogí el coche un poco tembloroso posiblemente por mi inexperiencia en esto de conducir o quizás por lo que se avecinaba. Llegando al pueblo, debía estar pendiente a las instrucciones de mi madre y entrar por la calle correcta, de lo contrario me pasaría como siempre. Di el intermitente “clic-clac-clic-clac-clic-clac” y esta vez sí que acerté. Era una calle empinada y al fondo vi como un grupo de personas se agolpaban en torno a algo, además, había dos coches de policía. Aparqué el coche. Al bajar la calle, nos dimos cuenta de algo que intuíamos pero no queríamos confirmar. Había alguien tendido en el suelo, de lado y sangrando. La gente murmuraba sobre la tardanza de los medios sanitarios. En esos instantes me atormentaron una serie de preguntas ¿Cómo ha pasado?, ¿Estará consciente?, ¿Por qué no llega la ambulancia?, ¿Puedo hacer algo? Tras innumerables preguntas proseguí mi camino hacia los quehaceres de mi madre. 15 minutos más tarde ya habíamos terminado y nos dirigíamos nuevamente al lugar del siniestro. Esta vez era diferente, más gente farfullaba y se agolpaba en torno a la familia. Ya no había ninguna mancha granate en el suelo, ahora había una sábana blanca que tapaba el cuerpo. Uff y ahora qué pasa. Ahora es el momento de plasmar todo eso que últimamente me tiene frito.
Vale, este hombre a muerto posiblemente por un accidente. Ahora le harán un triste entierro, posiblemente asista medio pueblo y lo llevarán a su triste nicho. La familia lo pasará muy mal las primeras semanas. Su viuda tendrá que acostumbrarse a una vida en soledad, y por mucho que discutiese diariamente con él, lo ensalzará con los santos. Quizás esta señora no sea asidua a la cita obligada de los domingos, ni ponga velas a sus difuntos, ni su última palabra al acostarse sea Amén, pero en estos momentos tendrá la esperanza de que su marido esté en un lugar mejor. Tus hijos y nietos no te olvidarán, así será como figure en la sepultura. Sus hijos llorarán su pérdida –unos más que otros- lo visitarán varías veces el primer año y después todos los primero de noviembre. Sus nietos y nietas intentarán consolar a su abuela, la invitarán a que pase unos días con ellos y más tarde la visitarán en vacaciones. Pobre señora, toda una vida rodeada de gente y llegó el momento de aprender a vivir su "primera" muerte, su primera soledad, su primera comida sola. Sus hijos y nietos crecerán y con el tiempo despedirán también a su abuela y la vida seguirá. Con suerte, los nietos tendrán hijos y les contarán anécdotas que vivieron juntos a sus abuelos y más allá de esto, seguramente llegue el olvido. Cuando alguno de los todavía vivos asistan a ese lugar tan tenebroso llamado cementerio, quizás pasen por la tumba y digan: “Creo que esa es la tumba de mi…”. Y hasta aquí el paso por este mundo. Qué pensáis, ¿es triste?, ¿nos pasará a todos?, ¿Qué puedo hacer para que me recuerden? Ciertamente, algo parecido nos depara el futuro, pero ¿es justo?¿Qué os parece?
No escribo ésto para que paseis un mal rato, simplemente para que lo penseis. Tengo muchas respuestas y preguntas al respecto que poco a poco iré escribiendo. Y si os sirve de consuelo muchas respuestas nos deparan un futuro "bonito"...
No escribo ésto para que paseis un mal rato, simplemente para que lo penseis. Tengo muchas respuestas y preguntas al respecto que poco a poco iré escribiendo. Y si os sirve de consuelo muchas respuestas nos deparan un futuro "bonito"...